CONTADOR DE VISITAS

martes, 6 de abril de 2010

La trilogía Millennium


Si Stieg Larsson sólo hubiera escrito un libro de la Trilogía Millennium ahora mismo seguiría vivo, llevaría una feliz vida en pareja y sería multimillonario. Me explico:
Larsson murió al ir a una de las oficinas de periodismo donde trabajaba para ganarse la vida para dejar un artículo. La oficina estaba en la séptima planta, y el ascensor no funcionaba, de modo que tuvo que subir los siete pisos a pie. Su corazón, que se había visto forzado a aguantar consecutivos paquetes de cigarros y tazas de café mientras que escribía esas cerca de tres mil páginas para sus novelas, no pudo resistir más y, cuando el escritor alcanzó el séptimo piso, se paró. Acababa así la vida de uno de los escritores más reconocidos de los últimos tiempos.
Si sólo hubiera escrito la primera novela, su corazón sólo hubiera tenido que soportar el café suficiente para la primera novela, y considerablemente menos cigarrillos, además de que el texto se habría publicado antes, ya que Larsson se ocuparía de ello en vez de dedicarse a escribir el resto de partes, y él no tendría que haber subido esas siete plantas a pie, ya que habría dejado su trabajo como periodista para vivir del éxito de su libro. Así, la película también se habría hecho antes, y los beneficios le habrían convertido en un verdadero multimillonario.
Además, ese único libro le habría ahorrado escribir otras dos partes que, sinceramente, distan mucho de la maestría de la primera, y también una segunda adaptación al cine desastrosa y una tercera parte que, aunque pasable, es bastante dispensable.
Yo no me he leído ninguno de los libros, pero me he visto las tres películas, y tengo ideas muy claras de cada una:
Cuando fui a ver LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES, no tenía ni idea de de qué iba esa historia. Una amiga de mi madre se lo había leído, y me sonaba el nombre, pero en realidad no sabía ni de qué trataba la historia. Pero como no tenía nada que hacer y me apetecía ir al cine, me metí en la sala donde la echaban y la vi. Salí del cine maravillado, consciente de que había visto un peliculón, con una historia buenísima y unos personajes fantásticos. Fue una película desagradable y, al mismo tiempo, bella. Tenía una historia oscura en medio de la cual surgía una tenue pero intensa y original historia de amor entre dos de los mejores personajes que se habían dignado a ser creados últimamente. La película es redonda y, después de haberlo pasado fatal en sucesivas escenas de violaciones o asesinatos, salí contento del cine. El guión es interesante y absorbente, y la manera de la que los dos personajes principales se juntan es verdaderamente emocionante. En resumen, me encantó.
Ante este éxito, me conseguí el segundo libro y lo empecé: de nuevo, fantástico. Sin embargo, a la mitad del libro Lisbeth desaparece durante doscientas páginas, y la historia va decayendo de tal manera que acabé por dejarlo a la mitad. Cuando fui al cine LA CHICA QUE SOÑABA CON UNA CERILLA Y UN BIDÓN DE GASOLINA sabía lo que me esperaba, y así fue. Me encontré con una película decepcionante, pésimamente hecha (quizás por el hecho de que, ante el éxito de la primera parte, se apresuraron a hacerla descuidando todos los detalles) y con una historia aburridísima. El primer fallo que le veo es que Larsson centra la historia en la vida privada de Lisbeth Salander. Lisbeth es un personaje misterioso y original, en el que la falta de detalles sobre su vida no hace más que ensalzar su intrigante personalidad. No hace falta saber más de su vida porque eso lo hace más misterioso. Sin embargo, se nos obliga a ver una película de dos horas y media que no trata de otra cosa. En la primera parte, dos personas separadas se unen por el destino para investigar un caso que no tiene nada que ver con ellos. Sin embargo, que ahora el objetivo central de la investigación sea la vida privada de uno de ellos hace que pierda. Además, como ya he dicho, está muy mal rodada y preparada, de modo que eso hace que la película se haga aún más cansina.
El libro de LA REINA EN EL PALACIO DE LAS CORRIENTES DE AIRE ni siquiera me lo leí, pero, al haber visto las otras dos películas, fui a ver el desenlace. Desde luego, no es como la segunda: la película está mucho más cuidada en cuanto a técnica cinematográfica y es mucho más interesante. Se trata de una investigación constante, por lo que no se hace pesada ni aburrida, ya que te hace estar atento constantemente. Y además, como clímax, se cierra la investigación satisfactoriamente y se dedican los últimos quince minutos a una entretenida batalla final en la que Lisbeth nos vuelve a mostrar todo su potencial y que, a pesar de su infantil aspecto, es más mortífera que otros muchos personajes que quieren ir de héroes pero son, en resumidas cuentas, idiotas (ejemplo: Jake Sully de Avatar). Sin embargo, la película no es más que un mero pasatiempo que no te hace salir del cine contento, cosa que sí conseguía la primera parte, a pesar de que, en cuanto a la relación entre los dos personajes principales, acaban igual. Por último, resaltar lo mismo que antes: la película se sigue centrando en la vida de Salander que, encima de que no se tendría ni que hablar de ella, ocupa no sólo una, sino los dos últimos libros de la saga.
En conclusión, yo me quedo con la primera, que es una película no sólo entretenida sino además buena y que ata todos los cabos lo suficientemente bien como para no necesitar otras dos partes más. Mucha gente puede argumentar que cómo me atrevo a hablar de la saga, de ésta fantástica y literariamente perfecta trilogía, sin haberme ni siquiera dignado a leerme los libros. Sin embargo, recuerdo que estoy escribiendo sólo de sus adaptaciones cinematográficas, Y NADA MÁS. Si quisiera hablar de las novelas, podría decir que no están demasiado bien escritas y que lo único que han conseguido es una buena protagonista, porque la historia tampoco es demasiado original, pero eso sería extenderme a otro terreno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario