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martes, 6 de abril de 2010

La matanza de Texas 1974


Recientemente he desobedecido al gobierno y a la ley en un ansia de rebelarme contra el sistema establecido y me he aventurado a descargarme ilegalmente LA MATANZA DE TEXAS por Internet. Pero no la nueva (del 2006, me parece) sino de la Tobe Hooper de 1974, que es la original de una serie de secuelas y de la que se hizo el ya mencionado remake.
Yo ya había visto la de LAS COLINAS TIENEN OJOS, (otra vez, la original), de Wes Craven, que es una película que más que miedo da risa. Es chapucera y no consigue infundir ese miedo que, estoy seguro, Wes Craven buscaba (razón por la que probablemente produjo el remake que se hizo en no sé que año de los 2000).
Al empezar a ver LA MATANZA DE TEXAS me esperaba algo parecido, pero no fue así. Ya sólo el comienzo, con inquietantes y breves planos de cadáveres descompuestos de los que se están sacando fotografías es un acierto. A medida que avanza la película, se nos presenta a los protagonistas en un ambiente extraño y desconcertantemente terrorífico, con una galería de personajes de lo más siniestra. La historia trata de la experiencia real de un grupo de amigos que salen de acampada unos días y tienen la mala suerte de toparse con una hambrienta familia de caníbales antropófagos liderados por el ya emblemático "Leatherface".
Hay escenas fantásticas, como la larga secuencia en la que una autoestopista deformado se mete en la caravana de los protagonistas y revela su retraso mental al tiempo que se hace cortes a él mismo y ataca a uno de los personajes principales. A partir de esa escena, no nos podemos fiar de nadie que aparece, pues todos, o parecen amenazantes o tienen una doble cara.
La primera aparición de "el malo" es quizás más decepcionante ya que no asusta, pero la espontaneidad con la que empieza la acción sorprende (un tío con una máscara sale de una habitación, le da un martillazo a uno en la cabeza y se vuelve a meter dentro, cerrando la puerta de un portazo. Todo esto pasa rapidísimo, y hace que te quedes del otro lado).
La pobre protagonista pasa por una de las peores odiseas por la que ha pasado un personaje de película de terror. Nada más presenciar el brutal asesinato de su hermano inválido, comienza para ella una incesante persecución de por lo menos 15 minutos en los que la pobre imbécil no hace más que gritar (¿Es que no ve que nadie la va a ayudar?) y correr sin parar. Esta parte es una de las más fantásticas de la película, y el hecho de que es absolutamente delirante la hace todavía mejor.
Otra escena delirante y maestra es cuando a la protagonista, ya secuestrada y por tanto en la casa de los caníbales antropófagos, la quieren matar a martillazos. Para ello, la familia, que tiene muy en cuenta a todos sus miembros (qué majos, oye) bajan al (literalmente) cadáver del abuelo, que, inexplicablemente, muestra signos de vida, del piso de arriba para que la mate él. Los nietos le ponen el martillo repetidamente en la mano para que le golpee la cabeza a la chica, pero continúa soltando continuamente el martillo, incapaz de acertar el golpe. Ver en pantalla a los dos retrasados que tiene por nietos ese hombre ponerle el martillo, y cómo sucesivamente se le cae de las manos, es, de nuevo, delirante pero hilarante.
Y, por último, el enfrentamiento final es quizás lo mejor de la película: Leatherface persigue a la protagonista y a un camionero que se ha dignado a ayudarla por la carretera mientras que los coches van pasando. Yo no me podía reír más: o sea, es como si, yendo en coche, vemos a un psicópata con una motosierra detrás de una rubia ensangrentada y un gordo, todos corriendo desperdigados por la mitad de la calle. Delirante.
En conclusión: ésta, al igual que LAS COLINAS TIENEN OJOS, también da más risa que miedo, pero por razones bien diferentes. Mientras que la de Craven es una película chapucera y, sinceramente, mala, ésta es una película cinematográficamente buena, con planos y secuencias muy bien dirigidos pero con situaciones hilarantes. De todos modos, la risa siempre trae consigo un trasfondo amargo, que crea una mezcla perfecta para constituir esta delicia cinematográfica.

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